miércoles, 12 de septiembre de 2012

No hay escondite perfecto

"No importe que te ocultes tras una sonrisa y uses ropa linda, si algo no puedes ocultar es lo podrido que estas por dentro"

John Lennon

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Hacia doce años que Tracy había dejado a su novio, no se sabe si por otro o simplemente cansada de sus excentricidades. Tras la ruptura, el señor al que no se ha identificado en la noticia y al cual tampoco me he preocupado en buscarle nombre, bastante ocupado estoy ahora mismo dandoles el placer de esta lectura, se volvió mas excentrico aún, a la vez que un poco mas torpe y se dejó pillar por la polícia cometiendo algún delito tipico de los ex, a saber, algún escandalo público del tres al cuarto para llamar la atención. Tras presenciar el supuesto espectáculo erótico festivo, un baile en tanga coreado a maullidos por los gatos mas depravados del barrio, la pareja de polícias salió del coche patrulla vomitando los donuts y detuvo al maleante despechado, durante doce años estuvo entrando y saliendo de la carcel pues el tema de los donuts fue un agravante importante en la condena.

Durante doce años su torpeza no menguo un ápice, nada mas salir de la carcel, era cruzar la calle y lo atrapaban otra vez, se podría decir que era un hombre pésimo jugando al escondite, aunque el intentaba mejorar y se iba convirtiendo poco a poco en una obsesión.


Al fin le dieron la libertad, cansados y aburridos de lo fácil que era atraparlo tras cada fuga, sin oficio legal a la vista y sin muchas pretensiones de buscarlo, su único fin en la vida se había convertido en buscar el escondite perfecto. Se acordó de su amada Tracy, lloró un poquito y siguio pensando, de repente se le iluminó la cara, el coche que avanzaba hacia el con las luces puestas giro en otra dirección, su cara volvió a tener el aspecto sombrío de siempre y se dirigió sin vacilación a casa de Tracy.

Pasarón dos semanas desde aquel día, Tracy percibió unos ruidos extraños que provenian de los tubos de calefacción y llamó asustada a un sobrino que se presento enseguida en el domicilio armado con un destornillador en una mano y con un cuchillo jamonero en la otra. Tras retirar uno de los tubos encontrarón placidamente dormido al ex con cara de satisfacción por haber encontrado el escondite perfecto, al menos lo fue durante dos semanas.

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