miércoles, 3 de octubre de 2012

El cuento del emperador que odiaba las manifestaciones

En un mundo paralelo en el que los dragones mas dóciles podían ser domesticados, existía una península en la que gobernaba un emperador. Al ser el gobernante un emperador no llamaremos a este trozo de tierra rodeado de mar ni país ni reino, lo llamaremos imperio.

Este imperio tenía unas leyes y normas anteriores a la llegada del emperador al poder, en un mundo paralelo pueden ocurrir cosas muy raras, tales como que un emperador llegue a la dirección de un estado de una forma democrática. El conjunto de leyes y normas podríamos encuadernarlo, ponerle una bonita tapa y llamarlo "Libro de los derechos y deberes de todo ciudadano". Era un libro casi sagrado que mantenía al imperio unido y a nadie se le pasaba por la imaginación el cambiar ni un punto ni una coma del mismo, por respeto y por pereza.

El emperador pidió un préstamo a otro gobernante de unas tierras ricas y prosperas, ubicadas en el mapa tirando hacia arriba a la derecha, para tapar unos agujerillos, alicatar el palacio de arriba a abajo y poder pagar la prestación de servicios a un centenar de consejeros, cinco bufones, los dos amaestradores de dragones y la manutención de siete bastardos. 

Para poder pagar el préstamo y sus altos intereses el emperador no tuvo mas remedio que subir los impuestos a los habitantes de su imperio. El pueblo salió a los caminos de tierra y piedras a protestar pues no entendían porque tenían que pagar los desmanes y las manos rotas de su gobernante. Y al emperador le molestó, llamó a sus orondos consejeros para preguntarles que podría hacer y estos le contestaron que nada, que en el "Libro de los derechos y deberes..." se especifica claramente el derecho de reunión y manifestación de la población.

El palacio tuvo goteras debido entre otras cosas a la incontinencia urinaria de uno de los dragones y no hubo mas remedio que pedir mas dinero al usurero de aquellas lejanas tierras, si no lo recuerdan de antes son unas que mirando al mapa, en la posición correcta, se encuentra por arriba a la derecha. El emperador volvió a subir los impuestos y la gente de su imperio, a excepción de los consejeros, los bufones y los amaestradores con sus dragones, salieron de sus casas a manifestarse, esta vez con mas dureza. 


El emperador pensaba sentado en su trono acolchado que podría hacer para evitar la mala imagen y el derroche de energía que su pueblo hacía cada vez que salían a protestar y debido a que no podía evitar el derecho de manifestación aprobó unas normas y leyes a su medida para mitigar en lo posible que la gente saliera a las plazas a acordarse de su madre.

Primero prohibió las conversaciones en voz baja o en cuchicheo en público bajo pena de incurrir en un delito  de "ocultación de secreto" o "emitir soflamas contra el imperio de forma poco nítidas", prohibió también gritar o hablar en voz alta, el que lo hizo fue inculpado de contaminador acústico.

Las reuniones de mas de veinte personas quedaron prohibidas y se acabo la práctica de un juego muy popular llamado "jurgol" (recuerden que hablamos de un mundo paralelo), después de esto los manifestantes siguieron protestando y el emperador bajo el número permitido a diez, cada partida de "pelotamimbre" se convirtió en un caos al tener que celebrarse sin jueces y la gente siguió manifestándose, y volvieron a bajar el número tope a tres, lo que acarreó la perdida de la práctica deportiva del "Jarxis" y del "Trominó".

Aun así la gente seguía crispada y salió en parejas a protestar, el emperador desesperado no tuvo mas remedio que criminalizar toda aquella reunión que superara al menos la cantidad de una unidad humana, se perdió para siempre el hermoso juego de tablero "al jerez", los niños no podían salir a reunirse con otros niños a jugar pues se había convertido en delito pero casi todos los pobladores de la península salieron a los caminos con una venda que les tapaba la boca, de uno en uno, todos los días que duró el emperador en su trono.

El final lo dejo a la elección del lector, al que le gusten los finales felices imaginará que el emperador dejo el trono inmediatamente, atacado por una grave crisis nerviosa, al que le de igual merece ser trasladado a este mundo imaginario y ser gobernado por un emperador similar.

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