sábado, 2 de junio de 2012

Las fans de Justin Bieber son un peligro para la seguridad nacional

Un secreto es una cosa que la sabe todo el mundo, pero de uno en uno.

(Siempre me gusto esta frase, no recuerdo de quien es)

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Oslo es la pacífica capital de Noruega, una ciudad donde los pájaros ni pían, se susurran unos a otros por no hacer ruido. Hasta que llegó Justin Bieber para dar un concierto. Algunos pájaros decidieron emigrar cuando vieron a miles de histéricas quinceañeras gritando esas lindeces a las que están acostumbradas, pero en noruego, me voy a ahorrar la transcripción así que usen su imaginación mas calenturienta, recuerden que hablamos de quinceañeras actuales.

Estas quinceañeras pudieron con los nervios de las autoridades responsables de la seguridad en el país y se  replantearon declarar el estado de emergencia y suspender el concierto.


Lo curioso del caso es que en principio su visita era secreta, cosas del marketing actual, avisar de que un cantante va a realizar conciertos secretos, visitaría un estudio de televisión para desgañitarse con cuatro canciones, todo en el mas estricto secreto colectivo. Como los famosos no tienen por costumbre cruzar el atlántico en bus, las ansiosas fans desecharon la idea de esperar a su ídolo en la estación de autobuses, puesto que tampoco se les paso por la imaginación la posibilidad de visualizar vías de tren sobre el agua, tampoco esperaron la llegada de su ídolo por la estación ferroviaria. Conclusión, el enjambre de chillonas se agolparon en el aeropuerto, desbordaron todas las medidas de seguridad presentes e hicieron pensar a muchos de los agentes encargados de la seguridad de Justin en una merecida jubilación, alguno incluso llego a meditar la baja por estrés.

Al final todo quedo en un pequeño repunte de la prima de riesgo noruega, mitigada automáticamente con la salida de Justin Bieber del país. El canadiense no solo es un peligro para los países que visita, tiene una fea costumbre de auto lesionarse de forma mas o menos fortuita. En el año 2010 se golpeo con una puerta giratoria, después del incidente entendió el mecanismo y cuando ve una entra de espaldas por el lado correcto. El último episodio de estas lesiones al descuido ocurrió ayer, momentos antes de comenzar un concierto en París (se creían los parisinos que se iban a librar), el pizpireta Justino se dio de bruces contra una pared de cristal púlcramente limpia. A decir verdad, de esta situación he sido testigo en diferentes ocasiones siendo yo mismo el actor principal alguna vez. 

Los médicos que en un principio atendieron a Justin comprobaron una perdida de conocimiento, tampoco mucho relativamente hablando, justo después del golpe, llegando incluso a mostrar valores negativos nunca alcanzados en humanos ni chimpances. Quince minutos mas tarde mostró una ligera mejoría llegando su nivel de conocimiento al de los conejos tras una colleja castellana (técnica muy utilizada para el sacrificio de estos tiernos y graciosos animales). Descubrieron los facultativos que al menos recordaba la letra de alguna canción y dieron su permiso para que masacrara a los asistentes al concierto con su repertorio.


No lo intentes mas con las puertas de cristal, Justino, no me caes bien pero intentaré ayudarte, estaría encantado de proporcionarte un barreño lleno de agua, solo tienes que sumergir tus pies en el y agarrar el micrófono con todas tus fuerzas, como si fuera la última vez. 

Tal vez ha quedado muy fuerte, no deseo la muerte a nadie, solo el cese definitivo de su actividad terrorista musical.


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