Alfonso Guerra (a lo suyo)
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Ana Botella, de profesión esposa de su marido y a ratos libres gran cliente de spas y saunas portuguesas, ejerce muy de vez en cuando, habitualmente los días en los que no cae un árbol desnutrido y cuando sus clases de ingles se lo permiten, de alcaldesa de Madrid.
Hoy no cayó ningún árbol en Madrid y decidió salir a la calle para inaugurar una plaza en la capital. A la plaza le han puesto el nombre de Margaret Thatcher, con unos bancos de hierro como los de antes, nada del pichiglass de diseño que se derrite con el sol. Y aun hay gente que se extraña de que hayan elegido el nombre de esta simpática anciana, incultos, acaso no saben lo aficionada que era esta mujer al chinchón, al chotis y las privatizaciones salvajes, solo le faltó privatizar la niebla de Londres. La mujer que llamó terrorista a Mandela y dio las gracias a Pinochet por llevar la democracia a Chile tiene una plaza en Madrid.
La alcaldesa ha decidido no presentarse en las próximas elecciones, así que en lo que le queda de mandato va a intentar dejar su sello personal en las calles de Madrid, ya baraja diversos nombres para las calles aledañas a la de Thatcher, la que confluye directamente a la plaza pasará a llamarse Pinochet, un pasaje cercano cogerá el nombre de Bin Laden, como pueden ver, todo muy congruente, como la propia Ana. Y nada de artistas españoles, el próximo en la lista es Benny Hill.
Es que ya no quedan artistas del gusto de Ana, sus asesores le advirtieron que los nombres de falangistas no son del gusto de la plebe y que Francisco Franco podría ocasionar algún disturbio, nada que no pudieran solucionar unos cientos de antidisturbios pero siendo lunes no era una buena forma de empezar la semana, son horas extras que pagar a los funcionarios y para lo que le queda en el convento mejor quedarse tranquilita.
Y aun pretenderemos que nos devuelvan el peñón de Gibraltar ...
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