"Decisiones, decisiones" es lo que decía Garfield ante un plato de lasaña y otro coronado con una pizza, y es lo mismo que pienso cuando estoy ante estanterías llenas de libros eligiendo uno para regalar. No tengo ese problema cuando se trata de elegir para consumo propio, en estos casos voy preparado y no tardo en pasar por caja, tanto que a veces no amortizo la hora de parking que me regalan por la compra.
- ¿Se marcha ya?
- Si
- Pero si aun le quedan cincuenta minutos de parking.
- Tengo prisa, (por irme, añado mentalmente)
Son las ultimas frases con las que suelen acabar mis fugaces relaciones con las cajeras de Fnac.
Pero cuando se trata de un regalo, hay que elegir, buscar algo no muy convencional, si obviamos lo convencional que es regalar un libro. Ya me ha pasado mas de una vez, que llegado el momento de la entrega de regalos no he tenido nada que obsequiar, al interesado o interesada se lo he explicado sin tapujos y siempre han parecido entenderlo, si no lo han entendido lo han disimulado bastante bien. A veces resulto incomprensible, lo entiendo.
Hoy me pasé por Fnac y no encontré nada adecuado, bueno, a decir verdad si que lo encontré pero el bolsillo pudo con el corazón, que dicho sea de paso, es imperdonable que esto ocurra, pero soy un mileurista con hipoteca y esto de momento marca un poquito. Ya que estaba allí compre unos libros de bolsillo y al llegar a la caja me encuentro con la sorpresa de una promoción por la cual debía elegir entre varias tazas serigrafiadas con nombre de escritores, la chica de la caja, muy simpática, sacó un tríptico con las tazas para que eligiera una, ninguno de los escritores a elegir eran de mi agrado, después de un minuto dudando ante algo tan banal, le pregunte a la cajera con cara muy seria y las cejas fruncidas, ¿Puedo usar el comodín?.
Ante esta situación y supongo que unido a las horas que llevaba tras el mostrador pasando libros y lo que no son libros por el maldito láser, me mira sorprendida y explota con una carcajada, autentica, sonora y muy contagiosa, como esos ataques de risa que nos dan cuando después de un día amargo, viene alguien, te cuenta alguna situación absurda y convierte el mal rollo acumulado a lo largo del día en una explosión de alegría. Como ya escribí antes, no deja de ser un fugaz flirteo, un inocente bacile, hoy le alegre el día a alguien o eso me pareció al menos por un momento. Pero como los Bluesman, por una extraña maldición o simplemente por una férrea convicción, debo continuar mi camino en solitario, dejándola secándose las lagrimas de felicidad y deseando terminar lo antes posible su turno de trabajo, espero haber ayudado a hacerlo mas llevadero.
2 comentarios:
Creo que estamos asistiendo al nacimiento del escritor maldito.
La misma escena con mirada Bogart, cuello de camisa subido, el sombrero alicaido es opcional y el cigarro humeante está prohibido, podría dar lugar como mínimo al principio de una hermosa amistad.
unas notas en un tono menor (quizás La menor, para darle el toque justo de alegría y melancolía), un hielo a medio derretir y un placer... hoy el día es un poco más brillante ;)
PS, apúntate el "Aminor"
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