Se ha celebrado el G20, una reunión de los presidentes de los 20 países mas importantes para debatir sobre temas que nos empapa a la inmensa mayoría de habitantes del planeta pero que no salpica lo más mínimo a los que hablan sobre ello sobre una tarima forrada de un terciopelo precioso y rodeado de cámara de televisión.
Como siempre, se han comprometido, cruzando los dedos tras la espalda, en trabajar por el cambio climático, no han dejado muy claro si para revertirlo o acelerarlo, y a trabajar para recuperar el crecimiento en la economía mundial, de momento, al menos ha servido para reactivar la economía local ya que los bares y clubs de striptease se han llenado de delegados del G20 para regocijo de el empresariado del ocio en Brisbane.
Durante estos días se han dedicado a hacer declaraciones solemnes sobre cuestiones que competen a toda la humanidad, discursos grandilocuentes que han llegado mas o menos a una cantidad de ciudadanos que se podrían contar con los dedos de un manco. También se han dedicado a abrazar koalas, los canguros los vieron venir y fueron mas rápidos y astutos, como si fuera esta una costumbre arraigada en Australia, podríamos organizar una reunión de este nivel con los máximos mandatarios mundiales y explicarles que abrazar toros vitorinos en una plaza de toros cerrada a cal y canto es parte de nuestro folklore y que da mucha suerte.
A estas horas ya han terminado las reuniones y los jefes de estado vuelven a sus respectivos países, lo mas probable es que nosotros no nos demos cuenta que ha llegado nuestro presidente hasta dentro de unos días, cuando vuelvan a instalar la televisión de plasma en sala de prensa de La Moncloa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario