sábado, 17 de septiembre de 2011

Lo que necesitas es amor y una bandolera

El jueves estaba un servidor en su puesto de trabajo aguantando por teléfono las sandeces de un cliente, propietario de un taller instalador de coches, el cable que le hemos mandado es azul en lugar de verde, un cable que se instala de forma que no se puede ver a menos que el cliente tenga visión de rayos X, su cliente, me insiste, es un sibarita, entiendo entonces que el cliente querrá darle unos lametazos al cable antes de la instalación para dar su visto bueno, puedo asegurar que tanto el cable azul como el verde tienen el mismo sabor, saben a sudor de chino explotado. Acabo dándole la razón por que no vamos a llegar a ningún lado y solo vamos a perder el tiempo, mas tiempo, y cuelgo el teléfono con una sensación de mareo, intentando entender como, con personas así, hemos logrado los humanos en general, avanzar tecnológicamente. Algunos deberían dejar el negocio del taller instalador de música y volver a las cavernas.

Intentando recordar la próxima tarea a realizar me reclaman en el almacén, me levanto de la silla y noto como diferentes piezas metálicas realizan un viaje suicida a lo largo de la pernera o camal del pantalón estrellándose contra el suelo. Parece que las llaves tenían estudiado un arriesgado plan de fuga, devorar la tela del bolsillo y luego... luego lo que venga, visto el cerebro que se gasta una llave tampoco podíamos esperar un plan mas complicado.

Visto que las llaves no parecen estar a gusto conmigo y visto también la nula habilidad de vuestro servidor en el uso de la aguja y el hilo, he decidido tomar una decisión drástica, un importante giro a mi vida, un cambio radical en mi imagen pública, he decidido llevar bandolera, ahí es nada. Todo cambio de imagen o de registro lleva incorporado un riesgo, tranquilos que no será peor que Dover o Seguridad Social, es prácticamente imposible hacerlo peor.

Muy a mi pesar esta NO es mi bandolera

No ha sido necesaria una inversión económica importante pues me regalaron una bandolera hace un tiempo y la tenía olvidada en un cajón. Ahora lo que toca es acostumbrarse a su uso y no dejarla olvidada en cualquier sitio. Ya tiene su percha exclusiva y respecto al contenido, pues a ver que revise, las llaves, la cartera (también tendré que acostumbrarme a llevar el dinero en la cartera y no al estilo americano con los billetes arrugados hasta límites insospechados), las gafas de sol, el móvil, un paquete de pañuelos y por supuesto la cámara de fotos. Para aquellos que siguen preguntándose sobre el misterio de la cámara de fotos, en este preciso momento voy a aclarar dicho misterio, que no es otro que la vida esta llena de misterios. 

A ver lo que me dura

No hay comentarios: