sábado, 24 de septiembre de 2011

Examen medico

Una de mis fobias esta relacionada con los médicos y los centros sanitarios, que serán muy sanos pero nadie me discutirá que los que están allí están enfermos. De hecho no conozco a mi medico de cabecera, se que es una mujer por el nombre que viene en la tarjeta sanitaria. Me reservo la opinión que tengo sobre los hipocondriacos, sobre todo cuando ejercen sobre los demás.

Hay un día ineludible a menos que firmes una autorización, cosa que hice estos últimos tres años, y es pasar el reconocimiento médico de la empresa donde trabajo, una costumbre que se esta perdiendo debido a la disminución de empresas. Estoy tranquilamente mentando a los padres de uno de nuestros mejores clientes cuando se acerca un compañero con un tarrito de plástico herméticamente cerrado y me dice tal día a tal hora tienes el reconocimiento médico, ¿que me van a dar una medalla por mi buena salud?, se ríe del chiste y me deja con el tarrito en la mano, se asoma la fobia en mi mente y veo una jeringuilla del tamaño de un camión a lomos de un troll. Este año iré, decidí después de habérmelo pensado durante unas horas.



El día y la hora acordada un servidor y dos compañeros nos encontramos en la sala de espera, aparece la enfermera y nos pregunta de que empresa somos, informamos debidamente y nos pregunta quien sera el primero de los tres en pasar el reconocimiento, me hago el despistado y accede a entrar mi compañero Lorenzo, la sanitaria le conduce hacia una de las estancias y vuelve, ¿el siguiente?, esta mujer es insaciable, quiere mas sangre, miro uno de los horrendos cuadros que llenan la sala de espera y de reojo veo como se lleva a Fernando. No hay nadie mas y cuando vuelve a por mas victimas solo puedo encoger los hombros y levantar las manos, me rindo y le acompaño a la consulta.

Lo primero es coger un artilugio con forma de secador de pelo con un tubo de cartón en la punta, las instrucciones son claras, inspirar profundamente, soplar por el tubo y recoger lo soplado. Da igual, siempre te quedaras con la sensación de que pudiste hacerlo mejor y nunca te dejan repetir, al contrario que la Guardia Civil, ellos no te dejan recoger lo que has soplado. Mas tarde realizo la prueba de visión con unos prismáticos anclados a una mesa muy útiles para seguir la evolución de la carcoma sobre la madera, seguimos a la prueba de audición, entro en una cabina insonorizada con unos paneles que sirven para transportar huevos en cantidades industriales, me pongo unos auriculares y cada vez que oigo un sonido tengo que apretar un botón que hay dentro de la cabina, debían ser músicos actuales y muy experimentales por el estilo, pero no reconocí ningún hit. Tras tomarme la tensión me aconseja no comer saladitos ni comida de lata, a mi, que no como comida de lata, me como lo que hay dentro, como todo el mundo. De repente  me dice la enfermera que va a proceder a la extracción. Tranquilidad, uff, uff, mas tranquilidad. Me pregunta si me mareo y le digo que un poquito, es mentira, solo tengo miedo a las agujas, le explico que mis mareos son sobre todo los viernes noche que hay mojito y me excuso diciendo que es porque el sabado no tengo obligación de madrugar. Me advierte que no intente retirar el brazo, ¿Serviría de algo? pienso y le digo que simplemente mirare hacia otro lado a lo que ella contesta "yo también", eso no me tranquiliza mucho le digo, nos reimos y me confiesa que no esta teniendo un buen día. Jamas un pinchazo me dolió menos.

Luego pasé a la segunda parte de el reconocimiento en otra sala, pero esa es otra historia.

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