Tiritas para el alma: Cines, esos lugares

Nostálgico y tierno, vale, incluso... perdón me esta entrando una congoja... un momento que me suene la nariz... ya pasó... voy a escribir sobre el cine, sobre el establecimiento, nada de parafernalias, del de toda la vida. Al que ibas para que te contaran historias y para creértelas, ni dolby surround, ni 3D, ni tres tamaños de palomitas a elegir.

De pequeño recuerdo películas de Zipi y Zape, Parchís y de un tal Flash, un super heroe de lo mas patético (No confundir con Flash Gordon), y he sobrevivido, las pude ver en el cine Ribalta (pongo una foto), en la calle Gaspar Aguilar, donde ahora hay una discoteca, bailongos usurpadores. Desconozco lo que costaba por aquel entonces la entrada por que por aquella época todos mis gastos estaban totalmente subvencionados, los vicios, pocos, los adquirí años mas tarde, por lo que no salí muy caro si obviamos la rara costumbre de encalar balones de fútbol casi a diario. Era curioso ver todo el cine lleno de niños merendando y disfrutando de la película cada sábado por la tarde, y como el cine pudo sobrevivir a todos aquellos diablillos, entre los que me incluyo. Sesiones infantiles las llamaban, me entra el síndrome de Peter Pan cuando las recuerdo.

Los siguientes recuerdos en cuanto al cine me vienen en forma de sesiones maratonianas, una en especial, Carros de Fuego, Regreso al Futuro y una de "Los albóndigas". Algunas películas se marcan en el recuerdo por haberlas disfrutado o sufrido de manera especial, un factor importante siempre es el estado anímico en el momento de verlas, "Los Goonies", E.T. (yo también lloré caudales),La Guerra de las Galaxias (No pude verla en su estreno por razones obvias y aunque el remasterizado y las escenas añadidas estropearan el empaque, ese día fui al cine de El Perello con toda mi ilusión intacta, me lo tenía prometido desde pequeño), y muchas más películas que por falta de espacio y tiempo me veo obligado a dejar en el tintero electrónico.

Solo queda un cine de reestreno en Valencia, Cinestudio D'or, he ido bastantes veces estos últimos años, para el que no lo sepa, por la mitad del precio de una sala convencional puedes ver dos películas y suelen tener buen gusto para elegirlas, no esperes ver imagen digital ni escuchar sonido envolvente. No tendrás problemas de acceso al recinto con tus propias viandas, aunque tampoco hay que pasarse, no es lugar para un picnic y no hay suficiente espacio en la butaca para una nevera de playa. Para los mal pensados, no es que haya intentado introducir una nevera de playa al cine, era evidente que no cabía, por eso no me moleste en llevarla. Puedes cenar tranquilamente, comprar tu refresco en la máquina que hay en el recibidor y sentirte como si estuvieras en el sillón de tu casa, siempre con el respeto y la educación por delante, no vale colocar los pies sobre la butaca de delante. Cada vez que voy me recuerda un poco al cine Ribalta.

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Estaba un día esperando en la puerta cuando apareció andando por la acera un hombre de edad avanzada con su camisa interior de tirantes y con sus zapatillas de andar por casa, daba impresión de haberse teletransportado desde el pasillo de su casa hasta la calle. Se acercó hasta donde estaban colocados los carteles de las películas, examinó detenidamente tanto la imagen como cada nombre que aparecía en los créditos, puso cara de perro y volvió por donde había venido, me pareció que consideraba a ese cine como una estancia mas en su hogar, un canal mas de televisión al que hacer zapping una vez a la semana. Estas cosas, aunque restan glamour, humanizan, no las vi nunca en ningún frío multicine.

Desde aquí, un homenaje a los cines abandonados... miles en todo el mundo. Dicen que algunas cacofonías en estos lugares sagrados han registrado risas, gritos, lloros e infinidad de aplausos en ecos infinitos.