Terminada la primera parte del examen con la extracción de sangre, la sanitaria me entrega un trocito de algodón para que presione el casi imperceptible pinchazo. Cinco minutos era el tiempo dictado pero con un minuto de presión ya me pareció suficiente para evitar una hemorragia, o es que presiono muy bien o es que tengo muy poca sangre.
Me siento a esperar que me llamen para realizar la segunda parte del reconocimiento medico y coincido con una pareja de novios en la sala de espera. Ella viene a acompañar a su chico que tiene cara de estar pasando un mal momento, mas bien tiene cara de pánico. Me ve jugueteando con el algodón, lo sigue con la mirada y me pregunta ¿Que tal? ¿Duele?, ya esta, ni te enteras le contesto, a mi tampoco me gustan los pinchazos, y noto su terror a la aguja . El chico tiene un porte poco atlético, es corpulento y tiene una fisonomía mas bien oronda, el tipo con el que no me gustaría pelearme en la barra de un bar por el ultimo pincho de tortilla, tampoco voy a ir de violento ahora, con lo fácil que es decir "Cógela tu, que a mi ya no me apetece, ya estoy lleno" aunque haya estado todo el día sin comer. Me pareció gracioso, una persona tan grande convertida en un niño y con su novia ejerciendo de madre.
Entro en otra habitación de la mutua y me recibe la doctora, comprueba mis datos personales y se sorprende de que haya pasado cuatro años desde la ultima revisión. Me quito la camiseta previa instrucción de la facultativa, pues no soy de los que lleva la iniciativa y me tumba en la camilla. Me unta una sustancia pringosa cerca de los tobillos y en las muñecas y coloca los electrodos para realizarme un electrocardiograma, me repite dos veces que me tranquilice, que poco me conoce esta mujer, con la primera ya bastaba. Tranquilo miro el techo y oigo unos golpecitos cerca de mi cabeza, oigo chasquear una lengua, "ya ha vuelto a fallar" dice, la maquina no recibe información de uno de los electrodos, justo el que tengo sobre el pecho, lo cambia y parece funcionar, por un momento habrá pensado que no tengo corazón, no sería la primera persona que lo piensa. Me dice que estoy mejor que hace cuatro años en cuanto al electrocardiograma, lo cual me sorprende y me alegra. Para finalizar me realiza unas preguntas a quemarropa.
- Háblame sobre tus hábitos alimenticios -
- El hábito no hace al monje, pero le diré que soy mas de pescado que de carne, aunque como mas carne.
- ¿Con cuanta frecuencia bebes alcohol?
- Cada vez bebo menos alcohol, eso es verdad..- Veo que, con cara de incrédula, arquea una ceja
- ¿Tampoco se droga?- Empiezo a mosquearme.
- Oiga, que clase de pregunta es esta, acaso es un camello buscando clientela.
- También me dirá que no va con malas mujeres.
- Bueno, conozco pocas buenas, y podría decir que últimamente estoy rodeado de ellas, definitivamente no voy con malas mujeres, aunque uno tampoco acaba de conocerlas del todo.
La tensión en el ambiente era palpable, desde el otro lado de la mesa la doctora coloca los codos sobre la madera y junta las manos entrelazando los dedos y apoyando su mentón sobre ellas, sonríe.
- ¿Y que haces para estar tan guapo?
- Pues mire, practicar poco sexo, pero que sepa que para mi ser tan guapo resulta un problema... y me gustaría ser un poquito mas feo.
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Hasta aquí escribí el martes, lo publico hoy viernes, hace dos días llegaron los resultados de la analítica por correo y me cambió el humor.