"¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra?, esta idea nos parece extraña, no somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua."
Frase atribuida a un indio con nombre impronunciable, también conocido como Toro Sentado
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En medio de un sopor insufrible y medio adormilado, me quede encajado en el sofa y con el mando a distancia en la mano como única herramienta para salir de el estado en que me encontraba. Así que empece a hacer zapping.
En unas cadenas se explicaba como se iba a retransmitir un partido muy importante para la vida de los ciudadanos de este país, en otras hacían la imposible competencia al futbol con películas de escaso valor artístico y en otra en particular, en la que acabe posando algunos de mis sentidos, estaban explicando las cualidades portentosas de un producto que quitaba los arañazos en los vehículos.
Un sujeto explicaba sobreexcitado, sin duda por los efectos de alguna droga como el dinero, las bondades de un producto, parecido a un aplicador de betún para zapatos, que obraba el secreto de no dejar rastro de los arañazos sobre el metalizado de los coches. Obviaré los detalles técnicos avalados por un prestigioso laboratorio en no se que parvulario de Arizona.
En el estado en que me encontraba, recordad, apoltronado, medio dormido y totalmente ocioso, empece a sentir que mi vida no podía continuar sin tener a mano tan portentoso artículo, y empecé a preguntarme cuanto costaría, en ningún momento se mostró el precio. Fueron pasando los minutos tras diversas demostraciones en un parking público a las típicas personas "que solo pasaban por allí",
He de decir que tras la demostración del milagro sobre las chapas de los coches todos se mostraban tan excitados como el presentador, lo que me hace pensar que, o toman el mismo estupefaciente, o el aplicador milagroso tiene en su interior algún producto con efectos secundarios para la conducta humana.
Tras un rato esperando a ver el precio vi que no habría mas remedio que llamar a un teléfono 902 ...... que salía en la pantalla. Así que no tuve mas remedio que apagar la televisión y decidí que mi vida podía continuar igual de vacía, un trasto mas no lo iba a llenar lo suficiente.
Antes de caer definitivamente en una siesta fuera de hora pensé en todos esos incautos que realmente llaman a ese teléfono 902 buscando la satisfacción personal de adquirir ese dudoso producto, seguro que lo hace mucha gente, de otra forma al anunciante no le saldría rentable emitir el anuncio, lo que me lleva a la siguiente afirmación, toda esa gente también vota, y lo hará de forma convencida seguramente.