martes, 1 de abril de 2014

Una hora de hipocresía a oscuras

"El ecologismo es el nuevo comunismo"

(José María Aznar, ex presidente de España, dios omnipresente y escritor de sus propias memorias.)

"Cuando el último animal muera, cuando el último vegetal se seque, quizá el hombre entienda que el dinero no se come".

(Anónimo Hindú)

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No sería la primera vez que me quedo ensimismado observando a un mosquito testarudo golpear una bombilla iluminada al aire libre. Esa insistencia incomprensible solo comparable a algunas costumbres humanas de meter la pata constantemente con el pie derecho, con el pie izquierdo o en casos menos numerosos con la entrepierna. El mosquito en cuestión intenta una y otra vez introducirse en la esfera luminosa, el sabrá por que, a la vez que lo observo y si el ruido de algún motor molesto lo permite puedo escuchar hasta el ruido al golpearse contra el cristal, otra vez. El mosquito idiota tendrá que buscarse otra bombilla para dar rienda suelta a su masoquismo, esta la vamos a apagar una hora, por que si, por que soy una persona mentalizada y concienciada en salvar mi planeta, solo espero que dentro de una hora vuelva para intentarlo y muera de una conmoción cerebral.

El pasado sabado se celebró la hora del planeta, concretamente desde las 20:30 a las 21:30. Un paripé mas a instancia de WWF y seguido a modo de comparsa por las instituciones oficiales, un día de navidad ecológico en pleno mes de marzo. Se trataba de apagar durante esa hora la luz que iluminaban los edificios mas representativos de la ciudad. Una hora para poner cara de bueno, pensar que respetamos nuestro planeta y acordarnos de regar las plantas del jardín. A las 21:31 ya había gente tirando colillas de cigarrillo en las macetas, robando las flores de los jardines municipales para dejarlas morir en jarrones de cristal, cargando el móvil como posesos para salir de fiesta, calentando la leche en el microondas mientras desde la cocina y con ayuda del mando a distancia enciende la televisión, el DVD, la play y el home cinema por si fuera a necesitarlo en las próximas horas, nunca se sabe, hay que estar prevenido contra el aburrimiento.



Una bombilla apagada para ahorrar, porque hay que ahorrar, aunque sea una hora, al menos para ahorrar las hostias al mosquito de turno, al menos durante una hora ese coleoptero no pondrá su vida en peligro. Como si esto nos fuera a salvar de lo inevitable.

Ya podemos ir buscando un planeta en condiciones, a poder ser vacío de seres inteligentes que no nos permitan la convivencia, devanarnos los sesos deprisa para poder llegar y colonizarlo lo antes posible porque el que habitamos empieza a estar harto de nosotros, y con razón.